El Cristo de Claudio Silveira Silva, artista plástico uruguayo, nacido en Río Branco, 1935, y fallecido en Barcelona, 2007.
La obra se denomina "Cristo en la Cruz" y es una talla de madera policromada, instalada en 1971 en la nave principal de la Iglesia de San Pedro, como parte de la reconstrucción de ésta luego del incendio sufrido en 1967, y retirada en forma arbitraria por orden del sacerdote colombiano Ramiro López en 2005.
El siguiente es parte de un trabajo del autor dentro del curso de Teología Fundamental realizado en el Instituto Superior Marista(ISMA), Buenos Aires, Argentina, 2013.
Sobre la obra
Se trata de una imagen de Cristo en la cruz que se diferencia de las tradicionales en que Cristo está con los brazos en posición vertical, a los lados del cuerpo. Según el autor, se trata del mismo Cristo elevándose, ya resucitado, lo que configura una obra bastante poco común en la escultórica universal.
Tallada en madera de naranjo, traído desde el Brasil, tiene una altura de algo más de 5 metros y un peso mayor a los 1000 kilogramos.
A pesar de la polémica generada cuando fue instalado, y luego en 2005 cuando fue bajado de la nave principal de la Iglesia de San Pedro, la obra intenta representar a Cristo ascendiendo a los cielos, es también un Cristo no crucificado, la vertical de la cruz es un árbol y la horizontal es otro, de madera de naranjo. Según Silveira Silva, un Cristo con manos grandes como símbolo de los obreros explotados y hambreados del mundo.
Es una imagen que trasmite una paz muy grande, además de sencillez y totalidad, lo absoluto desde la modestia de una figura humana desgarbada que muestra lo óseo a través de la piel, trasciende como Cristo a la misma muerte y da una plenitud de vida, de entrega y de sacrificio.
Sus manos no son manos crucificadas, son manos de haber sabido vencer el martirio y a la muerte. Son manos que se mantienen preparadas para ascender, de quien ha cedido su voluntad y espera a hora la de Aquel al que está confiado.
Su gesto de pasividad deja entrever una entrega total, una confianza absoluta, nos muestra "cómo" se debe caminar hacia Dios.
Los pies, levantados de la tierra, se preparan para la Ascención.
Una imagen imponente y presencial de Cristo, que enseña sobre la dimensión infinita del Dios al que se entregó y del cual fue vehículo de salvación y liberación.
Las escultura nos habla sobre Dios en el plano de lo supremo, de lo sacro y de los religioso y es tan impresionante como lo es el amor entregado por Él a todos los hombres.
El autor nos habla con el lenguaje del arte que evidentemente tiene sus limitantes. A partir de las convenciones estéticas nos brinda la posibilidad de experimentar sensaciones, que en el caso de las personas de fe puede iluminarnos sobre la trascendencia de valores que el autor quiere comunicar, y de otros que nos importan desde la perspectiva de la contemplación.
Como dice von Balthasar, no hay palabra para condensar la esencia de Dios, y aquí, más allá de las palabras está lo plástico, formas y colores que intentan capturar desde lo simbólico algo de esa imagen de Dios para el creyente, y quizás otra diferente sin prescindimos de la fe.
El autor utiliza colores no convencionales (rojo, verde, entre otros), la madera tallada y desnuda del naranjo, y la figura de un Cristo que expresa otras muchas cosas a descubrir frente a la obra misma.
El arte da una posibilidad distinta, quizás se combina con la fe para elevar nuestra visión de Dios, que sigue siendo mínima de ese todo inabarcable pero que se propone como una instancia de disfrute para los sentidos, y de motivación para nuestra íntima búsqueda de certidumbres.
Finalmente, citando al teólogo uruguayo Juan Luis Segundo, si "teología es el esfuerzo intelectual que hace el creyente para comprender su fe, para saber lo que ésta significa", entonces mediante la interpretación del lenguaje del arte, y más allá de subjetividades, tanto del artista como del espectador, esta contemplación del Cristo de Claudio Silveira Silva es demostración de que las obras de arte sacro incitan a esa meditación interior desde lo estético hacia la confirmación de la fe.
Carlos Fariello (2013)